una perlita [Santa Ana de Velasco]

La semana pasada estuve de retiro en San Ignacio y, como siempre que voy, tuve la oportunidad de ver muchas cosas lindas y conocer gente espectacular. Sin embargo, quiero hoy saldar la deuda moral que tengo con Santa Ana de Velasco, la misión más impresionante que conozco por varios motivos.
Santa Ana fue fundada en 1755 pero como misión jesuítica sólo duró doce años. En ese tiempo los nativos que estaban bajo el ala misional entendieron la forma de vida que les habían propuesto los curas y mantuvieron el sistema más o menos intacto hasta nuestros días. Ésta es la verdadera escencia de las misiones... la apropiación de la cultural y el sincretismo que existe en la Chiquitania.
Santa Ana fue el último templo a ser restaurado por Hans Roth, el artífice de que la Chiquitania sea lo que hoy es, cosa que no le supuso demasiado trabajo, ya que dentro de sus posibilidades los indígenas habían mantenido el templo misional, hoy Patrimonio Cultural de la Humanidad, relativamente bien. Durante la restauración del mismo se hallaron cofres escondidos que contenían las partituras escritas por nativos y sacerdotes de miles de obras barrocas y renascentistas. ¿Se imaginan ese legado?
Santa Ana hoy es un pueblito que apunta al turismo y que, a pesar de ser parte del municipio de San Ignacio de Velasco, tiene una luz propia y una mística especial. Sus calles silenciosas, tranquilas y su gente amable no dejan duda que éste siempre fue un pueblo receptivo, acogedor y descomplicado. Es una perlita en medio de la Chiquitania. Les recomiendo que vayan, la vean con sus propios ojos y la sientan con sus propias manos.

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